Eric Abidal es manteado por sus compañeros. Se recuperó de un tumor en el hígado.
El goce fue directamente proporcional a lo rápido que pasaron. El Barcelona ya debe pensar a su nuevo objetivo: Wembley. Allí, el Barça volverá a jugar la final de la Champions League en el escenario donde la ganó por primera vez de la mano del holandés Koeman en 1992.
Aunque ya haya acontecido el tan ansiado poker de derbis jugados en apenas unas semanas, vale la pena repasarlos. Fueron días de éxtasis para cualquier fanático del fútbol. Fueron duelos especiales en todos los sentidos. Dos formas de pensar distintas, ideas futbolísticas totalmente opuestas. La billetera abultada de Madrid versus el desarrollo de la Macía catalana. Un DT humilde y de bajo perfil contra un técnico polémico y extrovertido. Messi y Ronaldo. Nike por un lado, Adidas por el otro. El centralismo de la capital española frente al regionalismo de Cataluña.
Todos condimentos de una cena que se sirvió en cuatro platos, entrada, dos platos principales y postre, pero que tuvieron como ingrediente comunes las discrepancias con los árbitros, los cruces verbales, la pierna fuerte, cortocircuitos varios -a tal punto que Del Bosque debió salir a calmar los ánimos por el bien de la selección española- y mucho pero mucho fútbol. Si hacemos un breve repaso estos 4 partidos entre Barcelona y Real Madrid como si fueran independientes, sin pertenecer a alguna competición, los resultados arrojarían una sorprendente paridad. ¿Cómo es esto? Los equipos se llevaron una victoria cada uno y empataron los dos partidos restantes.
Sin embargo, aunque sea obvia la aclaración, los cotejos se desarrollaron en el marco de tres competiciones diferentes. En la Liga, la primera igualdad con penales para ambos bandos, favoreció a los culés, que mantuvieron su amplia ventaja y allanaron su camino al título. Recién estaban calentando motores. El Real todavía no se podía sacar la pesada mochila del 0-5 en el Camp Nou.
El desquite llegó en la final de la Copa del Rey. En esta definición se vio la mejor versión de los merengues. Mou sorprendió, dispuso un agresivo trivote con Pepe -más adelantado- y así saboteó el circuito ofensivo del Barça, que creó muy pocas ocasiones de gol. Con un cabezazo puntual de CR7, el madridismo, consiguió el triunfó en el tiempo extra y por consiguiente, el único campeonato de esta temporada. En el balance es poco, debido a la gran cantidad de dinero gastada en refuerzos, pero al fin y al cabo es un trofeo que no ganaban hace muchísimos años.
Luego, se volvieron a ver las caras en el Bernabeú, por la ida de la semi de la UCL. En mi opinión, en lo que a posteriori iba a ser el partido que delinearía el camino de la manga. Real Madrid no aprovechó la onda expansiva ganadora que se había originado en Valencia y una vez más, Messi brilló (después de la expulsión de Pepe, hay que decirlo) para que Barcelona liquide la serie por 2 tantos contra cero y que el Real dependiera de un milagro para darlo vuelta.
Cristiano reta a Pedro por simular
Tal como sentenció el sancionado Mourinho, revertir el resultado fue imposible. Desde un hotel céntrico, vio por TV como su predicción se convertía en realidad. La UEFA le prohibió comunicarse con su ayudante Karanka y el luso prefirió no ir al estadio. En el primer tiempo sus dirigidos no patearon al arco. El técnico bajó un mensaje fatal en lugar de aprovechar el talento de su amplia plantilla. Jugadores, que, parecían resignados combatir la usual temática de control y posesión del Barcelona. No había presión justificada y certera, solo vista al reinado del balón de Xavi, Iniesta y compañía. Con el marcador 0-0, se dio la jugada más polémica de los 4 enfrentamientos. Piqué empujó a Cristiano Ronaldo, que cayó al piso y tumbó también a Mascherano. La pelota le quedo servida a un Pipita Higuain atento que sin titubear, la mandó al fondo de la red. Se pudo haber cambiado el destino del encuentro. No obstante, el cuestionado juez belga De Bleeckere hizó todo al revés. No cobró falta del novio de Shakira y sancionó infracción del portugués sobre el capitán argentino, por lo que el gol fue legal y debió ser convalidado. La impotencia acumulada por los numerosos fallos arbitrales que perjudicaron al Madrid se vio reflejada en una carnicería. Los blaugranas fueron castigados con patadas y pisotones de toda clase.
Marcelo no puede con Messi, como en casi todos los partidos.
Para dejar atrás esa crueldad, pasemos a los goles. Las dos con conquistas tienen cierta similitud. Nacen en el mismo sector del campo de juego, el flanco derecho del Barcelona. El toqueteo se inicia allí, entre el arquero, el 4 (llamase Dani Alves), el 6 (en este caso Mascherano), un mediocentro (puede ser Xavi o Iniesta) y el wing que se tira unos metros atrás a buscar la pelota (Pedro). Ahora bien, ¿cómo pueden dos “salidas jugando” que estamos diciendo que fueron prácticamente iguales, desembocar en goles para uno y otro equipo? La respuesta se encuentra en la punta del botín de Angel Di María y el cambio de intensidad en la presión de sus compañeros.
Resolvamos la incógnita. El gol de Pedro (no anotaba desde Febrero) se origina en un pase largo que parecía un despeje de Victor Valdés (fíjense que casi nunca la revolea y siempre aparece un compañero que estaba fuera del cuadro de pantalla como destinatario del envió), que por muy poco no logra interceptar el exBenfica y no puede impedir el ataque blaugrana. Dani Alves recibe, pasa la mitad de cancha, se la entrega a Iniesta y Cerebro lo invita a Pedrito al gol. En apenas 3 o 4 pases los dirigidos por Guardiola pasaron de estar encerrados en el córner propio a sentenciar la serie.
En efecto, el origen del empate fue la misma zona del campo pero con sutiles diferencias. Por más perfecto que sea el mecanismo del Barça puede presentar aisladas fallas. Tocados por el gol el Real se decidió – tarde - a presionar arriba. Otra salida con pelota al ras pero con más presencia de camisetas blancas que ocasionaron que los culés no escapen aireosos. Pedro esta vez bajó demasiado y dejó una entrega muy corta. Di María agarró el regalo - que se presenta en contadas ocasiones - encaró, enganchó y estrelló su remate en un poste. El rebote le dio una segunda chance y asistió para el empate a Marcelo, que merodeaba el área fruto de la presión.
El insoportable de Jimmy Jump irrumpió al campo de juego nuevamente.
Un empate que renovó ilusiones porque faltaba casi media hora de juego pero que en definitiva fue solo eso, un oasis. El que si estuvo lleno de esperanzas fue el ejemplar Eric Abidal. El francés retornó a las canchas luego que le extirparon un cáncer en el hígado hace apenas 2 meses. La otra realidad es que el Barcelona pasó a una nueva final, la segunda en tres temporadas, y que seguro tendrá al Manchester como rival como aquella definición en Roma 08-09.



Tenes que cambiar el titulo nico ya que de lo unico que hablas es del poker de derbis, igual esta bueno. Abrazo
ResponderEliminar