El pasado 3 de marzo, las relaciones entre el vice de la FIFA, Jerome Valke, y el Gobierno del Brasil, no parecían tener solución, después de las polémicas declaraciones de Valke que las obras de infraestructuras no estaban avanzando y que no veía voluntad por parte del Gobierno con los compromisos asumidos para la realización del próximo mundial de fútbol sostuvo: “quizás los brasileros necesiten una patada en el culo para ponerse a trabajar”.
A pesar de las idas y vueltas que tuvieron al filo de no realizarse el máximo evento futbolístico en tierra carioca, y en medio de escándalos de corrupción, que culminaría con la renuncia de Ricardo Teixeira por entonces presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, pareciera que todo esto quedó en el olvido en tan solo quince días.
La máxima autoridad de la FIFA, Joseph Blatter, viajó especialmente al vecino país para reunirse con la presidenta Dilma Rousseff, y así limar asperezas. Tras casi dos horas de conversación, la mandataria Brasileña dio todas las garantías que cumplirá con todos los compromisos asumidos. Blatter calificó la reunión como estupenda a lo que agregó: “trabajaremos con ahínco para alcanzar este claro objetivo conjunto: organizar la mejor copa mundial de la FIFA de la historia”.
A la reunión también asistieron el flamante embajador de la copa mundial de la FIFA 2014, Pelé, Ronaldo, miembro de la junta de administración del COL (comité organizador local); y el ministro de deportes del Brasil, Aldo Rebelo, los cuales coincidieron que la reunión fue excelente y productiva para todos.
Hugo Sánchez
